Antes que nada, quiero aclarar para las personas nuevas en temas metafísicos, que el oro, es en realidad, luz solar solidificada. El planeta Tierra no podría sobrevivir sin la luz solar como energía y sin la luz solar solidificada. Existen grandes depósitos de oro en todo el planeta. En las montañas crecen como plantas y en el centro de la Tierra, en donde esta energía es manejada por grandes inteligencias, que la distribuyen y la preservan para que el hombre no la encuentre y la dilapide, ya que solo le dá valor material, ignorando cual es el verdadero poder del oro.
Hay una jerarquía de Devas, cuyo acorde natural es idéntico al del oro. Puede considerarse la idea divina del oro manifestada como un Orden de seres vivos. Los miembros de esta jerarquía son introducidos, mediante afinidad vibratoria, en las corrientes de la fuerza del oro que descienden constantemente de la Fuente creadora dentro del mundo físico. Su presencia y asistencia intensifican las frecuencias componentes y así aumentan el poder productor de formas de la Fuerza-Palabra. De esa manera, parte de la función de los Devas del oro, como asimismo de todos los Devas del Orden de los Constructores, consiste en ayudar
en el proceso de la producción de las sustancias y formas físicas. En la superficie de un filón aurífero, como el de Witwatersrand, en Africa del Sur, se ha visto cantidades de Devas y espíritus de la naturaleza asociados con la fuerza creadora, la vida animada y la conciencia inmanente del oro. Encima de ellos, espacial y evolutivamente, había grupos de Devas superiores, mientras más allá de éstos, percibidos opacamente, estaba la única Inteligencia planetaria del Oro. Este gran Ser está fundido, como Coordinador, Director y Despertador, con la fuerza, la vida y la conciencia del Oro. En los niveles de la emoción y del pensamiento concreto, existe una conciencia grupal del Oro. Esta está separada de los demás grupos minerales por su membrana envolvente, por las diferencias de la frecuencia de la fuerza creadora áurea y por el hecho del desarrollo superior de la vida animada del oro. La fuerza descendente, si se la describe más bien en forma de diagrama que realmente, o desde un punto de vista más bien tridimensional que cuatridimensional, parece, a grandes rasgos, un obelisco cónico y refulgente de luz solar que brilla desde el ápice que es la fuente planetaria creadora, descendiendo hacia la tierra. La vida dentro de la corriente es mucho más colorida y más despierta que la de cualquier otro mineral de esta región. En sintonía con su frecuencia o ritmo, sentí que su poder actuaba sobre todos mis cuerpos, excitando, estimulando todo lo que corresponde al oro en la constitución humana. Las huestes de los Devas del oro fueron observadas moviéndose en medio de la corriente descendente del poder del oro. Son algo femeninas en su apariencia. El rostro da la impresión de una piel muy pálida, casi incolora. El "cabello", en realidad, la corriente de fuerza, parece lino con fulgor de oro. El aura se derrama en fluidas curvas, que se ensanchan, a medida que descienden, en franjas de matices muy suaves de color verde, rosa, amarillo y azul tenue. El tercio inferior del aura está lleno de miríadas de luminosos puntos dorados. Estos, en su totalidad, se hallan en rápido movimiento y se tornan cada vez más numerosos hacia el "borde" de este bello manto áurico. Toda la forma y el aura del Deva, brillan refulgentemente con el resplandor del oro. Estos Dioses menores del oro son curiosamente impasibles. Ocasionalmente, los que están cerca de la superficie de la veta se mueven con lentitud en un entretejido semejante a una cadena, como si se tratase del movimiento de alguna majestuosa danza. Al mismo tiempo, mantienen un gracioso movimiento de los brazos, como si fuese el de la mano que esparce la semilla. Aparentemente olvidados de lo exterior, usan sus mentes para impartir, a la triple corriente "descendente" del poder, la vida y la conciencia del oro, una fuerza y una individualidad adicionales. Aunque se llamase y retuviese la atención de uno de ellos, sólo se vería de manera opaca como a través de una niebla áurea, sin que se esforzase por responder. En las profundidades, a menudo una milla debajo, existen diversos tipos de espíritus de la naturaleza. Algunos tienen cuerpos extraños, con aspecto de sátiras, reliquias etéricas de los esfuerzos que la Naturaleza, sin auxilio, efectuó para construir formas en los ciclos prístinos con rostros alargados, delgados y puntiagudos, cuerpos morenos de forma humana, salvo las piernas y los pies que semejan los de algún animal. Cada uno está asociado con cierta área de la roca subterránea. Parecen manipular las fuerzas de la tierra, usando un tremendo poder de voluntad en el proceso, como si batiesen y fundiesen las energías descendentes con homogeneidad y solidez. Sin embargo, este trabajo no es manual sino el resultado de una voluntad ejercitada instintivamente.
Parecen obtener gran satisfacción con esta actividad, experimentar un sentimiento de dominio sobre las poderosas fuerzas que les dan el impulso para sostener su concentración. El oro aparece entre la roca como cuentas pequeñitas, si bien los más reducidos espíritus de la naturaleza del oro que se mueven en derredor y dentro de ellas parecen bacterias diminutas en forma de espiral y de color oro brillante. En el nivel etérico "nadan" miríadas de ellas en la corriente descendente donde se producen los depósitos. Todo da la impresión de un vasto laboratorio con innumerables trabajadores, en el que se forman continuamente elementos gobernados por una Mente Maestra. Los Devas y los espíritus de la naturaleza del oro no parecen contrarios a la minería. Son cabalmente impersonales y donde quiera se saque oro, están en contacto con la vida dentro de éste. De modo parecido, los gnomos de las rocas no son contrarios a las que son disgregadas. Por el contrario, las explosiones y perforaciones los estimulan, se deleitan desplegando energía, sin reocuparse de que la roca sea destruida. En verdad, son menos conscientes de la sólida roca que de la fuerza comprimida dentro e ella. Pueden ver las herramientas perforantes pero normalmente no son conscientes de los hombres, estando tan remotos en términos de frecuencia respecto del hombre que son casi ciegos para con la existencia humana.
Consideran que su participación es como un gran juego que disfrutan porque los estimula hacia una conciencia adicional y una actividad incrementada.
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