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Los Angeles

" Los ángeles son a Dios lo que los rayos del sol, a éste.
Dios los creó para que estuvieran a nuestro servicio y nos atendieran.
Su razón de ser es contestar a nuestras oraciones.
Aunque vivamos en el mundo material ellos constituyen el vínculo especial que nos une a Él. Además, cada uno de nosotros tiene en su interior un fragmento de Dios, una chispa divina, que le permite acudir a los ángeles en busca de ayuda, ¡y esperar resultados! "

jueves, 22 de septiembre de 2016

Devas: seres celestiales





Los devas y los elementales, son aquellos seres celestiales, encargados de la formación y cuidado de la naturaleza, como también de la vida en la Tierra.
Los devas y los elementales son seres planetarios, de una gran belleza y delicadeza. Durante mucho tiempo han sido considerados como reales, respetados y valorados por diferentes culturas de todo el mundo.
Para la formación de cualquier realidad tridimensional, es necesario el aporte desde el plano etérico, astral o mental, y algunas veces desde el emocional. Este aporte energético lo realizan los elementales y los devas, quienes se sienten muy orgullosos de sus obras, y suelen acompañarlas y protegerlas hasta su final.
Los elementales son seres extraños, multiformes, de diversos colores y tamaños. Ellos son los verdaderos tejedores de la realidad, los constructores de la materia.
Cuando una partícula va a elevar el nivel a una formación, en conjunto con las demás partículas con las que dé este paso, comienza una vibración, un sonido inaudible para el hombre. Ese sonido es un llamado a los diferentes elementales, que ayudarán en la formación y creación de la formación nueva, la transmutación de la partícula energética en materia.
Cuando es la propia vida la que requiere este paso, igualmente las células, moléculas y átomos realizan una vibración, un llamado a los seres para que éstos puedan venir y actúen.
Pongamos el caso de una hoja enferma, el sonido que creará de petición y de ayuda, llamará a ciertos elementales y devas, que realizarán la sanación y reparación de la hoja, o acelerarán su descomposición, para que la planta no sufra más. En general dependiendo de lo que el propio espíritu viviente de la planta pida al Universo.
Lo mismo ocurre con las personas, cuando una persona tiene una enfermedad, o va a sufrir una transformación de su materia, como puede ser, crecer o cambiar el color del pelo de manera natural, las partículas del cuerpo humano, resuenan de una determinada manera llamando a los elementales adecuados para cada tarea.
Este llamado es algo involuntario para “la parte” que va a cambiar, y se realiza desde la conciencia del ser. Desde el espíritu real de la materia, en el caso de los seres humanos, lo hacemos desde el alma.
Los elementales que actúan, pueden ser, del tamaño de una partícula, hasta la altura de dos hombres juntos, a la hora de tratar a una persona. Esto ocurre indistintamente, de si la persona cree o no en lo que está ocurriendo. Para la formación de la materia, es necesaria la formación de un cuerpo etérico, y la adecuación del astral. Desde lo etérico, es donde se da vida, se mueve y se alimenta lo físico, no al revés.
Dependiendo del tipo de materia, actúan unos u otros elementales, pero es bien sabido por todos que esta actuación también puede ser conjunta por diversos seres. Y esta regulación es realizada desde la jerarquía dévica (los ángeles y los guardianes de los diferentes reinos de la Naturaleza).

Los hombres crean elementales

Es conocido por los clarividentes, que existen formas de elementales, creadas artificialmente por el hombre. Estas formas se denominan larvas mentales, y se trata de formas de pensamientos de los hombres. Pensamientos con tanta fuerza, que han creado diversas formas en el plano mental, astral o etérico.
Su forma o densidad dependen del tipo de pensamiento, o emoción que las haya creado. Por ejemplo, muchas personas con depresión, o ansiedad se ven rodeadas por pequeñas larvas negras y blancas que son el resultado de sus pensamientos negativos. Aquellas personas agresivas o con ira, tienen a su alrededor otras formas, como agujas o rayos de color rojo, que crecen y decrecen dependiendo del pensamiento actual de la persona.
En algunos tiempos, a este tipo de creaciones se le dio mucho protagonismo y se utilizaban con fines propios, hoy es momento de abandonar esta forma de crear y cocrear desde el corazón, una energía amorosa y purificadora, de la vida y de toda forma material o inmaterial sobre la Tierra.

El aspecto de los diferentes seres

Para esta descripción os recomiendo que intentéis estar abiertos mentalmente para poder recordar esta visión en vosotros, o simplemente que cerréis los ojos e intentéis ir a un lugar de la naturaleza y visualizar desde allí.

Elementales de la tierra

Los seres que más fácilmente se pueden ver, son los elementales de la tierra, primeramente se ven como sombras, a veces coloridas, pero casi siempre son rojos y tierras. Suelen mostrarse pequeños, no más de un palmo de estatura, y en los lugares muy mágicos, pueden llegar hasta los 2 metros de altura. Los elementales se encargan de enriquecer el suelo y guardar los lugares. Suelen estar en el centro de los jardines, señalando que ese es su lugar, y cuando alguien no ha cuidado su tierra, o sus plantas se enfadan, y se puede incluso sentir su enfado.
Hablan tan rápido que es inteligible lo que dicen, pero se entiende perfectamente porque son pura intención. Los que ya son más sabios o tienen más años sí pueden hablar largo y tendido, en muchas ocasiones imitan a otros hombres, diciendo exactamente lo que escucharon en el pasado, imitando gestos y posturas corporales. En la mayoría de los casos les encantan los hombres y el contacto con los hombres, les imitan claramente, incluso a veces se muestran vestidos con ropajes como los han visto, o con utensilios de trabajo, cosas innecesaria para ellos. Pero en aquellos lugares donde el hombre se ha portado mal con el entorno, se pueden transformar en seres emocionales molestos y fríos. Incluso pueden verse con aspecto gris, imitando la materia del cemento y con un gesto seco y triste.
Cuando estos seres se muestran pequeños, como del tamaño de un pulgar, y saltan rápidamente de un lugar a otro, son pequeños duendes que dan vida a las plantas desde el humus, se encargan de colorear de vida el lugar, y suelen llamar a otros seres, cuando es el cambio de estación. Por ejemplo, invocar a las hadas en primavera o a los silfos en otoño.
Son risueños y aunque pequeños muestran una pequeña lógica de comportamiento, a ellos les gusta sentir el aire, pero también el calor y la humedad de la tierra, escondidos bajo ella no son visibles, pero sí puedes sentir que palpita en millones de chispitas el suelo cuando pones la mano sobre la tierra donde habitan. Son más difíciles de ver pero la sensación de que están es mucho más vivida y presente.
Cuando les gusta una persona empiezan a rodearla y bailar a su alrededor, entonces se ve la persona con todo el aura llena de chispitas de colores revoloteando a su alrededor. La persona se siente embriagada por la alegría o por la necesidad de movimiento, cuando es contagiada por la luz, de estos seres.
En cambio cuando hay una persona gris u oscura, se esconden en el subsuelo y no vuelven a salir, hasta que la persona se ha ido. Intentan llamar a todos los seres que ellos pueden, para limpiar la negatividad que esa persona ha podido dejar en el lugar. Si la persona ha pisado muchas flores o plantas, se sienten aplastados por ella, y su salto no es tan brillante y volátil como al principio.
Cuando entramos en un prado o salimos de él, es importante pedirles permiso y perdón a los seres que cuidan el lugar y alimentan la tierra, pues a veces se pueden sentir muy heridos con nuestro comportamiento en la Naturaleza.

Guardianes

Tras ésto es fácil ver y sentir a los guardianes. En algunos lugares son tan vistosos y enormes que pueden parecer sentados sobre la cima de una montaña o de grandes estaturas y tamaños. Pero también los hay más pequeños, como de hasta centímetros en caso de pequeños jardines.
Se les puede sentir o presentir como sombras que cruzan rápidamente el bosque, nos rodean o nos vigilan cuando aparecemos en su lugar, y cuando nos reconocen y nos aceptan, entonces se quedan quietos, permitiendo que estemos allí.
Se pueden mostrar femeninos y masculinos y pueden incluso tomar forma humana o semi humana y hablar con las personas. Son sabios y elegantes y su sabiduría es de miles de millones de años, lo que les permite conocer perfectamente el lugar, a los hombres, el comportamiento humano y la trascendencia de cualquier momento.
Pueden ser ángeles y seres de luz increíbles cuando han alcanzado un nivel interior alto, pero también pueden ser simplemente astrales con mucha fuerza e individualidad. En los lugares santos estos guardianes casi siempre son ángeles alados preciosos, incluso algunos se muestran como vírgenes que han podido ser vistas o sentidas en varias ocasiones.
Se muestran como desean por lo que no hay una forma clara, pero antes de entrar en un bosque o una montaña o un lago, es importante pedir permiso a los guardianes de ese lugar.
Si nos interiorizamos al hacer esta petición, podemos verles y escucharles, nos pueden mostrar los lugares más especiales e incluso nos pueden invitar a entrar para sanarnos y limpiarnos.

Silfos y sílfides

Los más fáciles de ver son los silfos bajos, crean las brumas y las neblinas. Se muestran como formas humanas muy estilizadas, con brazos y piernas acabados en forma de nube, algunas veces completos. Casi siempre muy delgados.
Los silfos de las tormentas se muestran antes de actuar, y señalan cuánto y con qué fuerza será la tormenta. Les gusta crear tormentas y lluvias que limpien el lugar. Son serios en su trabajo y muy pocas personas pueden “negociar” con ellos para evitar que estas lluvias se produzcan, pero por supuesto que es posible esta negociación, tras la cual se ven cómo se dispersan las nubes o se aleja el temporal.
Buscan el entendimiento del hombre y su implicación en la vida del planeta, y mientras este entendimiento y esta conciencia no se produzca, no les importa que grandes temporales destruyan lugares habitados por el hombre, pues ellos realizan su trabajo, no para las personas, sino para la Tierra. Y su trabajo es limpiar, sanar, remover…etc
Cuando va a haber grandes temporales se muestran grandes, en el alto cielo, quietos, esperando el momento adecuado que casi siempre coincidirá con la partida de una persona con mucha luz de ese lugar. Alguien que inconscientemente haya ayudado a la limpieza etérica de la zona. Tras ésto se sincronizan y pueden provocar lluvias que duren meses incluso.
Las sílfides son mucho más difíciles de ver. Son hermosas y mucho más sutiles y alegres. Crean los vientos alisios y las suaves brisas y aparecen en primavera, acariciando con sus alas las flores de los campos o las hojas de las copas de los árboles.
Se las puede ver como un resplandor, a veces muy pequeñas, otras, enormes formas femeninas de transparencia etérica.

Los elementales del fuego

Muchas veces se presentan como formaciones rocosas movibles, pues quieren imitar las rocas que la lava arrastra tras su paso, pero su forma más original es como dragones etéricos de fuego, o grandes seres semi humanoides grises, naranjas o rojos que salen de las profundidades de la tierra a rescatar el calor en la superficie.
Cuando aparecen, traen tras de sí vientos cálidos, provocados por grietas en el suelo, geisers o calores que surgen del subsuelo formando aguas termales. A veces incluso se sonríen orgullosos al mostrar que el volcán está a punto de erupcionar pues ellos saben que los cambios que pueden provocar son grandes e inmediatos.
Les gusta actuar conjunto a los silfos quienes conducen y son respetados por todos los demás elementales de la naturaleza.

Hadas

Entre los maravillosos seres de la tierra se encuentran unos sutiles seres astrales que se vinculan con las flores, el rocío o el hielo.
Son seres de todos los tamaños y casi siempre se muestran como jóvenes femeninas, a veces incluso aladas, aunque sus vuelos casi nunca son muy altos.
Son protectoras de lugares delicados y bellos, se encargan de colorear y fabricar las flores, acompañan las gotas del rocío en la mañana, e invocan a otros elementales para alimentar sus creaciones.
Son fáciles de ver, como frágiles luces de colores revoloteando entre las flores, o los árboles en flor. En raras ocasiones se las ve de tamaño humano, como guardianes de campos enteros de flores o lugares extensos. Algunas veces en arbustos o conjuntos florales más pequeños, pero como un gran ser o una gran hada, formada por miles de miles de haditas pequeñas que en conjunto tienen individualidad.
Las hadas, al ser astrales, son sutiles y pueden incluso parecer que tienen olor, tienen algo de inteligencia y les gusta bailar, jugar… normalmente no entran en procesos mentales, simplemente ríen y disfrutan de sus juegos y sus creaciones, pero cuando ya se muestran grandes y completamente formadas, pueden estar a un paso de trascender a un nivel de evolución mayor convirtiéndose en grandes guardianes o incluso en seres de luz.
Se las puede escuchar como coros de risas o sentir como alegría con olor a flores frescas.

Ondinas


Las ondinas más fáciles de ver, son las de ríos y riachuelos, las de lagos o mares son más difíciles de contemplar, pues se alejan de los lugares contaminados y los hombres.
A veces se acercan a saludar a algunas personas que van al río, acompañan a la persona en su visita y entonces son fácilmente visibles, no como sirenas sino como largas formas etéricas muy transparentes y luminosas, semejantes al agua, que parecen sonreír y saludarnos entre las ondulaciones del agua.
Les gusta bañarse en las cascadas, o dormir en las pozas y charcas. Las hay de todos los tamaños y formas, pero casi siempre son alargadas y sutiles y toman cuerpo semiacuático.
En cada río hay un guardián o una guardiana, suele mostrarse en la parte más alta del río o en su nacimiento y desde ahí controla y siente todo lo que ocurre en su río. Se le puede ver con facilidad, casi siempre quieto y observante, pero se desplaza cuando hay algún accidente como la muerte de una persona, el nacimiento de un ser, o la llegada de alguien especial a su territorio. Si no son casos especiales, es necesario mirar a lo más alto del río para sentir su presencia y su mirada protectora.
En los grandes océanos acompañan a los barcos, los delfines, las ballenas, se enredan entre los corales y las algas. Disfrutan de los fondos marinos y las fosas volcánicas. Pueden alcanzar tamaños inmensos, y a veces se muestran con formas bellísimas como sirenas preciosas.
Realmente cantan, igual que las ondinas de los ríos, pero es un sonido vibrante e interno, que permite alcanzar estados de conciencia alterados y perdernos en las mareas de las aguas.

Otros seres de la Naturaleza

Existen multitud de seres de la naturaleza pero los descritos son los más fáciles de ver y sentir.
Entre los bosques y sierras más mágicas podemos volver a ver unicornios mágicos, que nos bendicen con su presencia y su energía, mariposas de luz, damas florales, seres de tierra o árboles con vida.
Una vez se ha realizado una apertura de visión a los primeros elementales descritos, es fácil continuar viendo y sintiendo estos seres, y mucho más el poder trabajar con ellos o aprender a pedirles ayuda cuando lo necesitamos.
Junto a ellos siempre podemos ver ángeles o seres de luz que acompañan en el trabajo a los elementales mientras juegan y disfrutan.
Los ángeles, también devas de la naturaleza, se muestran de diferentes formas, tamaños y jerarquías, pero lo común es verlos como esferas de luz, casi siempre doradas o blancas, muy hermosas.